martes, 21 de marzo de 2017

La Espada de Azrael

                                                       
Azrael empuñó su espada, la Liberadora.
La hoja estaba forjada en acero, en los fuegos de su voluntad. La empuñadura era de oro puro y reflejaba la sabiduría del Arcángel. Grabadas sobre su hoja tres palabras había, libertad, redención, justicia.
Esas tres palabras que dirigían el camino de Azrael
Con la liberadora él rompería las cadenas de hierro y plomo que nos atan a esta dimensión.
Con la Liberadora él desafiaría a los ángeles y arcángeles de la oscuridad para guiar las almas de vuelta a su lugar de origen, de vuelta al creador.
Con la Liberadora él extendería sus alas y traería la oscuridad absoluta, dónde sólo la luz más pura refulge, para que sirva de faro a las almas perdidas y nada las distraiga de su auténtico camino. En esa oscuridad acogedora, liberadora, pues nos libera de los artificios de las falsas luces tendidas por el enemigo el arcángel nos guía, nos lleva siempre respetando nuestro libre albedrío, a la más pura de las luces, hacia aquella que no desvirtúe nuestro camino, hacia aquella que respeta nuestra esencia y naturaleza, aquella que nos permite evolucionar en el camino correcto, donde nuestra sabiduría y nuestro coraje son pesados en la balanza de la verdad.

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