Qué es la canalización sino la capacidad de reencontrarse con uno mismo?
Qué es la canalización sino la capacidad de escuchar nuestra propia voz? La voz
que en el día a día muchas veces se pierde en el continuo ruido del ego. La voz de nuestro auténtico yo, del que permanece, del que continúa,
del que nace en la esencia del padre
madre creador y en la esencia del padre madre creador vuelve. Qué es la
canalización sino la capacidad de acceder a
nuestra verdadera naturaleza y esencia?
En la canalización nos
reencontramos, volvemos a la fuente, al origen, a aquello que en un momento dado
fuimos, somos y seremos, donde el tiempo y el espacio no existen como tal, no
bajo la percepción que el ego tiene. En la canalización escuchamos nuestra voz
y en algunos casos también escuchamos la voz de nuestros maestros, guías,
hermanos, aquellos que en un momento dado se vinculan a nosotros, unidos por el
amor, la sabiduría, la luz y el compromiso de servicio, a aquellos que comparten
su camino con nosotros.
El camino se recorre en soledad y en silencio, pero
también, en ocasiones, recibimos las manos tendidas de aquellos que, respetando
nuestro libro albedrío, nuestro camino, y el derecho innato a nuestra naturaleza, de recorrerlo en soledad y en silencio, nos ayudan desde el respeto, desde el
amor, desde la sabiduría y desde la luz. Nadie recorre nuestro camino por
nosotros, solo nosotros tenemos ese privilegio, ese derecho, esa
responsabilidad y esa obligación. Pero también es cierto que el universo nos
ayuda, nos ayuda reflejando nuestra propia sabiduría en otras voces, voces que llegan a nosotros con mayor nitidez, en ocasiones, que la nuestra propia. Esos maestros, esos guías, esos hermanos
ascendidos en la luz, son reflejo de nuestra sabiduría, recordándonos aquello
que ya sabemos, recordándonos que en el universo hay muchas voces más allá de
nuestro ego, recordándonos que no estamos solos en nuestro camino, aunque lo
recorramos en soledad, pues las decisiones son nuestras, los pasos son nuestros
y las piedras y flores del camino son sólo nuestras. Sin embargo, nadie es
abandonado a su suerte, nadie es abandonado, nadie es dejado atrás.
En
ese sentido, el canalizador realiza la misión de ser espejo de aquel al que canaliza, aquel al que
envía un mensaje, aquel que escucha el mensaje. El ente canalizado como ser que
se mueve en otra esfera, en otra realidad, en distintas realidades, según vuestra
comprensión del ego, es una herramienta al servicio de aquel que en un momento
dado es canalizado, de aquel que en un momento dado consulta, de aquel que en
un momento dado pregunta al universo aquello que ya tiene la respuesta en su
interior. En ese sentido nada se dice que no sepamos, simplemente se nos
recuerda lo que en un momento dado ya tenemos en nuestro interior, lo que
albergamos en nuestra verdadera naturaleza y esencia.
Los
maestros realizan la labor de ajustarse al canal, realizan la labor en cierta forma, de integrar
aquello que son, con aquello que es el canal, de acercar sus naturalezas, de
compenetrarse hasta el punto de que el canal pueda transmitir aquello que
momento dado debe ser transmitido con la mayor pureza posible. Esa es la única
misión del canal, la transmisión, el no ser, el no interferir, el no
tergiversar, el no añadir ni restar nada a esa información, el ser testigo fiel
y mudo de aquello que ocurre, de aquello que acontece. Es misión del canal
simplemente dejar que su propia naturaleza siga su camino, apartar el ego y dejar
que aquello que es en esencia, responda ante el requerimiento del universo.
Es
misión de la voz que trasciende al canal, informar de todo aquello que necesita
ser informado al consultante, al canalizado, pues canalizado es en realidad
aquel que escucha, no aquella voz que es prestada como fuente de sabiduría. En
muchas ocasiones vosotros llamáis ente canalizado al maestro, al guía, al
espíritu o ente espiritual, que en un
momento dado hace su aparición como maestro, como voz que refleja la sabiduría
del propio oyente. Para nosotros, el ente canalizado es siempre el oyente, el
consultante, aquel que en un momento
dado recurre a una herramienta que es espejo suyo para reflejar su propia
sabiduría.
Es en ese sentido, una concepción distinta a la de vuestro ego, sin embargo
independientemente de estas palabras, independientemente de estos conceptos, la
realidad es la misma, sólo somos, como maestros, como guías, como hermanos
ascendidos, un reflejo de aquello que en un momento dado ya poseéis, no es
nuestra misión alterar vuestro camino, no es nuestra misión tenderos manos que os
alejen de él. Es nuestra misión, simple y llanamente, recordaros cuál es vuestro verdadero camino,
cuál es el camino que vuestros pies decidieron caminar, las experiencias que
decidieron vivir y las lecciones de aprendizaje que decidieron adquirir, pues es la evolución la meta última de todo
camino, y en esa evolución somos
herramientas, nada más, no somos un objetivo, no somos aquello que importa, sólo somos un accesorio
que en determinado momento os sirve para recordaros vuestro propio camino.
No
busquéis en nosotros alguien que os exima de la responsabilidad de andar el
camino, no busquéis en nosotros alguien
que os exima de las consecuencias que vuestros propios actos, palabras y
omisiones tienen. Sólo somos consejeros, sólo recordamos aquello que ya sabéis.
Enfocad vuestra vida desde el punto de
vista de la responsabilidad, el amor infinito y la sabiduría, y desde ese punto
de vista recorred vuestro propio camino, con sus piedras, con sus flores, con
sus valles, con sus montañas y con sus
distintos paisajes, y nosotros estaremos siempre tendiendo nuestra mano para
ayudaros en el camino, pero nunca para apartaros de él, ni para recorrerlo en
vuestro lugar. Tened en cuenta que es vuestro compromiso, vuestro derecho, vuestra
obligación, vuestra responsabilidad y vuestro privilegio sobre todo, recorrer vuestro
propio camino, vivir vuestras experiencias de sabiduría, crecer, llenaros de
luz en vuestra evolución.
Es vuestro camino, no el nuestro.
Nosotros como
consejeros sólo somos el cayado del ermitaño, sólo somos esa linterna que en un
momento dado alumbra el camino que parece oscuro, un camino, sin embargo, que vuestros ojos son
capaces de ver por sí mismos. Pero mientras vuestros ojos recuerdan esa
característica que tienen, esa peculiar capacidad, pueden recurrir a una linterna, a un cayado
que afiance sus pasos, a instrumentos que os ayuden a caminar.
En ese sentido os servimos, en ese sentido nada más, estamos a vuestra
disposición.
Es nuestro trabajo también compaginar
nuestra naturaleza con la naturaleza del canal, y eso es lo que hacemos,
preparamos al canal durante distintas vidas, en sucesivas reencarnaciones, llegamos
a él en sueños, en momentos de ensoñación, en lo que vosotros llamaríais
despistes, para permitir que los hemisferios cerebrales se acoplen de distinta
manera, para permitir que su naturaleza y esencia brote más allá del cuerpo y la sangre, del músculo y
la carne, más allá del corazón que bombea, para permitir que pueda escuchar
aquello que está en su interior, para permitir que pueda sintonizar en cierta
forma, la vibración en la que los maestros, guías ascendidos, o hermanos en la
luz , nos movemos en un momento dado.
Este trabajo de compaginar ambas
naturalezas y esencias, la nuestra y la del canal, es en cierta forma el trabajo
de acople de un eje y la maquinaria, somos como un reloj, nosotros somos la
maquinaria, él el eje y vosotros veréis
moverse las agujas, aunque no comprendáis de todo el mecanismo que oculta el
reloj. En ese sentido el eje tiene que ser puro, tiene que transmitir sin
interferir aquella información que es dada, tiene que transmitir sin interferir,
sin quitar y sin añadir, aquello que en un momento dado el universo os regala,
pues es un regalo que el universo os hace y es un regalo que vosotros os hacéis
a vosotros mismos. La sabiduría siempre, siempre es en cierta forma un regalo, un
regalo aunque se paga, se paga en valor, se paga en sacrificio, se paga también
en momentos en los que nuestra propia naturaleza y esencia aflora, apartando el
ego, en esos momentos el ego se rebela, el ego que no entiende pero sin
embargo tiene una gran capacidad, un gran deseo, y una gran necesidad para el
control, el control férreo, el control que ahoga, que anula los instintos, el
control que anula aquello en realidad somos, que intenta taponar la fuente de
sabiduría de nuestra verdadera naturaleza y esencia. El ego en el control
encuentra calma, pues cree que el control le aleja de aquello que le provoca
miedo, que le provoca incertidumbre, que le provoca inseguridad, no entiende que no existe el control, no entiende
que debemos dejar fluir, no entiende que
sólo unas manos son capaces de guiarnos a buen puerto, y esas manos son las
nuestras, pero no las nuestras de nuestro ego, sino las nuestras de nuestra
verdadera naturaleza y esencia, aquella que fluye con el fluir del
universo, aquella que se mueve entre las
sombras y las luces de nuestro camino, aquella que aflora para guiarnos por
nuestro verdadero camino, alejándonos de los deseos y caprichos que en un
momento dado el ego tiende a nuestros pies, para que caminemos sobre lo que
parece una alfombra, suave, cómoda y que en realidad esconde la más ponzoñosa
de las trampas, el más artero de los engaños y ardides. Es, en ese sentido, el
camino del ego un camino lleno de trampas, es un camino que tiende la oscuridad
donde debería haber luz. Sea pues la luz que nosotros arrojamos una forma de
descubrir esas trampas del ego, sea pues la luz que vosotros mismos os dais a
través de nosotros, una forma de descubrir los ardides, las trampas, los engaños,
que el ego tiende en vuestro camino, intentando hacer que vuestro camino
verdadero se distorsione y os aleje de aquel que era el camino, mediante las trampas
y ardides que el ego tiende.
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