¿Cómo te presentas ante mí? Preguntó El.
Desnuda mi señor. Ningún
lino ni seda engalanan mi cuerpo.
Ninguna labranza en oro y plata disimulan mis imperfecciones. Nada me adorna, nada oculto. Sólo carne y hueso,sangre y músculo,
y un corazón que bombea.
Mentira, respondió El,
sólo mentira ante mí, veo. Te di un vestido de luz pura. Sobre el labré hermosas palabras de sabiduría en oro puro, Siete gemas finamente labradas, adornaban tu
cuerpo. Siete gemas. Cada una de ellas colocadas con sumo esmero. Sobre tu
frente, una palabra en acero, coraje, escribí. En tus manos semillas de compasión,
amor y solidaridad planté. En tus pies
experiencia, camino. Eso, esas dos palabras tejí, y ahora, ahora te hallas ante
mí envuelta en podredumbre, envuelta en miseria. Y me dices, que nada ocultas?
Todo ocultas, todo disimulas, todo engalanas, pues ves en el
artificio, en la mentira, lo que consideras la realidad. Intentas tapar aquello
que eres, disimulando con vanas palabras, con ciegos sentimientos y nada de ello,
nada de ello es real. Así pues, de todo ello te despojo. Todo ello lo perderás
en el hogar al que llamarás tumba.
Nada de ello quedará.
Sólo su vago recuerdo y te encontrarás de nuevo ante mí, verdaderamente desnuda
en tu verdadera esencia y naturaleza, con las siete joyas adornándote, con las
palabras de sabiduría escritas en tu piel, con la palabra de coraje tallada en
fino acero, con el amor, la compasión y la solidaridad, germinando en tus manos, con la experiencia y
el camino tejidos en tus pies.
Entonces, sólo
entonces, estarás verdaderamente desnuda ante mí y entonces, sólo entonces, yo
te vestiré de nuevo.
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